De mi visita al Safari de Madrid sólo recuerdo que casi me quedo huérfana de madre. A la muy bruta no se le ocurrió otra cosa que bajar la ventanilla del coche y sacar medio cuerpo fuera (igual estoy exagerando, aviso) para hacerle una foto a los leones, saltándose alegremente las consignas de seguridad. Por fortuna, los leones se acababan de despertar y se acercaron hasta nosotros lo suficientemente despacio como para que a mi madre le diera tiempo a subir la ventanilla antes de tener que sacrificar un brazo. O la única cabeza que tiene. La foto de unos leones con cara de pocos amigos en primer plano anda por casa, y creo que a mi madre ya se le ha pasado el sustito. A mí todavía me dura.
En el Parque Nacional Akagera no hay leones, así que no tuve que revivir ninguna experiencia traumática durante mi visita (vale, igual estoy volviendo a exagerar). Tampoco hay rinocerontes, aunque hay planes de volver a introducir ambos para que este parque esté a la altura de los parques de los países vecinos (Tanzania y Kenya). La guerra civil (1990-1994) y el genocidio (1994) acabaron con la mayoría de la fauna que habitaba este parque, y ha ido que ir repoblándolo poco a poco. Además, Akagera también perdió dos tercios de su superficie, cuando el gobierno tuvo que dar tierras a los tutsis y hutus moderados que habían abandonado el país durante los diferentes pogroms que vivió el país en diferentes momentos de su historia, y volvieron una vez que las cosas se habían calmado. Como suele pasar en estos casos, los refugiados retornados se encontraron con que, durante su ausencia, sus casas habían sido ocupadas por otras familias que se negaban a dejarla, con lo que el gobierno tuvo que mediar, en muchos casos regalando parte de sus tierras para facilitar la repatriación.
Actualmente, la mayoría de los animales que han vuelto o han ido introduciéndose se encuentran en la parte norte del Parque, principalmente porque ahí es donde se encuentran las reservas de agua. Los planes de vallar sus más de 1.000 kilómetros cuadrados para evitar que el ganado o los cazadores furtivos (escasos, por no decir ninguno, según el personal del parque) no se cuelen dentro, casi han terminado. Cuando no quede ni un centímetro por cubrir con valla eléctrica , los leones y los rinos volverán a ser bienvenidos y Akagera podrá presumir de albergar los «cinco grandes».
Nosotros tuvimos mucha suerte y pudimos ver un montón de animales, incluida la mamba negra, momento en que la guía nos ordenó que subiéramos los cristales del coche (no sé por qué, mamá, pero en este momento me acordé de ti). Para los ignorantes como yo, la mamba negra es la serpiente más venenosa de África y suele medir entre 2.5 y 3.5 metros (cito a nuestra guía). No sé cuánto medía la que vimos nosotros porque estaba cruzando la carretera y sólo le vimos el trasero, que era más largo que un día sin pan. Cebras, jirafas, elefantes, hipopótamos, cocodrilos, varias clases de antílopes, búfalos, «Pumbas» (para que luego digan que Disney no nos tiene dominados), águilas pescadoras, miles de golondrinas, mariposas y otras aves cuyo nombre desconozco completarían el día. Sólo nos quedó por saludar al señor leopardo, que por el día anda siempre descansando para poder acechar cuando Don Lorenzo no está mirando.
Hipos
Búfalos
Antílope posando de frente
Jirafas
Jirafa
Elefante
Antílope posando de perfil
Búfalos
Cebras
Búfalos
Cebras
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